sábado, 27 de marzo de 2010

El Rectificado en el mundo de habla hispana


El próximo 1º de abril la Revista de Cultura Masónica presentará su tercer número, esta vez un monográfico dedicado al Régimen Escocés Rectificado. En la margen superior izquierda de este blog el lector encontrará un link directo a la editorial masonica.es desde donde es posible bajar el contenido completo de la Revista en PDF.

Transcribo a continuación el ertículo con el que he colaborado en dicha publicación, agradeciéndo a su Consejo Editor el haber incluido aspectos de la experiencia latinoamericana que estamos desarrollando HH.·. de México y Argentina


Rectificar el Rumbo

Desde los tiempos de la emancipación de las colonias, Latinoamérica ha sido fuertemente influida por la francmasonería. En el caso del cono sur de América, sus principales próceres han estado vinculados de una u otra manera con la masonería europea, tanto la británica como la continental.
En la República Argentina, el Gral. José de San Martín y una larga pléyade de patriotas, formaron parte de las denominadas logias lautarinas, a las que se atribuye un rol fundamenta en la Guerra de la Independencia. Es por tanto natural, que la masonería en la Argentina esté asociada con el republicanismo.
Durante el último siglo y medio, el denominado Rito Escocés Antiguo y Aceptado ha sido hegemónico, aunque cabe señalar la presencia temprana de logias pertenecientes al Rito de Menfis y Misraim, introducidas por Garibaldi durante su estancia en este Continente. No hace falta destacar el carácter político de las logias garibaldinas. Finalmente, es un hecho ampliamente estudiado la enorme influencia que ha tenido en la masonería de la Argentina el exilio de los masones españoles de la Primera y de la Segunda República. En particular, el los HH.·. provenientes del segundo exilio, que introdujeron un marcado sesgo socialista, anticlerical y ateo que terminó con una profunda ruptura dentro del campo masónico nacional cuyas consecuencias aún hoy se perciben.

Esta introducción es necesaria para comprender la enorme dificultad –y la inmensa necesidad- de establecer en la Argentina y en América Latina el Régimen Escocés Rectificado.

A diferencia de los rituales practicados en las obediencias del Rito Escocés Antiguo y Aceptado -que han sido modificados, amputados, acomodados a las circunstancias políticas y al antojo de los dirigentes de turno- el Rito Escocés Rectificado se nos presenta con la pureza de la masonería escocesa del siglo XVIII y nos reconduce, de manera natural, al verdadero carácter iniciático y cristiano de aquellos HH.·. que imaginaron a la masonería como una fuerza transnacional cristiana capaz de amalgamar a las potencias europeas desangradas, primero por las guerras de religión y luego por la ola revolucionaria del Terror.

Si hay que buscar un momento en la historia en el que la verdadera naturaleza de la Masonería Tradicional fue trastocada, es justamente en ese final del siglo XVIII, donde la fuerza espiritual de la Tradición fue sustituida por la fuerza bruta de la Revolución.

Esta influencia racionalista, fuertemente anclada en nuestros países hace que -al igual que en muchas otras latitudes- los masones cristianos estemos expuestos a una doble excomunión: La de la Iglesia Católica y la de la propia Masonería autodenominada adogmática”, término que en verdad encierra un profundo secularismo, que no es otra cosa que la violencia larvada ante el hecho religioso.

Ante este panorama y frente al avance abrumador de las expresiones más radicales del progresismo masónico, un nutrido grupo de Maestros Masones, en su mayoría provenientes de la Gran Logia de la Argentina, decidimos, en el año 2007, fundar un Cuerpo Masónico Rectificado bajo la soberanía del Gran Priorato de Hispania, potencia masónica que administra en España el Régimen Escocés Rectificado. Lo hemos denominado Cruz del Sur, porque desde hace siglos es la constelación que guía a aquellos que navegan por los mares australes y porque es recordatorio de nuestra Fe y nuestra condición de masones cristianos.

Nuestra principal actividad ha sido, desde entonces, hacer conocer una de las más importantes vertientes de la masonería europea, prácticamente desconocida en América Latina, explicando a los miles de masones cristianos, confundidos por las actitudes antirreligiosas de sus Grandes Logias, que no existe contradicción alguna entre una y otra condición, dado que, por el contrario, los orígenes de la francmasonería son tan cristianos como los del Colegio Cardenalicio o la Ortodoxia Griega.

En consecuencia, nuestra tarea es y será inevitablemente combatida por los que han convertido a la francmasonería en un club político, en una herramienta de lobby o en un mero conglomerado de individuos que, ausentes del hecho iniciático, buscan el posicionamiento social o la simple “sociabilidad” de las logias de taberna.

Pero por otro lado -y he aquí el desafío extraordinario- los masones Rectificados de la República Argentina, constituimos un testimonio claro y preciso de que existe una masonería tradicional cristiana, cuya vigencia en Europa comienza a extenderse al otro lado del Océano en un rumbo inexorable. Las puertas de nuestros templos no están abiertas a todos. Esa es tal vez la mayor diferencia. No nos conforma que se trate de hombres libres y de buenas costumbres sino de hombres que desean, profundamente, acceder a una herramienta de transformación espiritual, capaces de sostener sus juramentos y dar muestra de que aun son sagrados en medio de un perjurio generalizado que cubre de escándalo a los verdaderos masones.

La experiencia argentina ha comenzado a dar frutos con un núcleo fuertemente consolidado en Buenos Aires, que más temprano que tarde se extenderá, seguramente, a otros países limítrofes. Fue justamente en Buenos Aires donde en diciembre pasado se llevó a cabo la primera iniciación del Rito Escocés Rectificado de un profano procedente de Chile.

Quien haya tenido la posibilidad de presenciar una Tenida Rectificada sabe de la pureza con la que se mantiene el Rito, pureza que implica un esfuerzo porque, ¿De qué otra manera sino con esfuerzo puede pensarse la experiencia masónica? ¿Acaso quienes ponían los cimientos de una catedral no eran concientes de que jamás verían entronarse las agujas de los campanarios? Como aquellos masones medievales, trabajamos con la certeza de estar construyendo según planos precisos, trazados por hombres en quienes confiamos y para la Gloria de Dios.

Nunca antes, en su historia, la masonería se encontró tan atomizada y confundida como hoy. Tal vez sea hora de mirar hacia las raíces para darse cuenta hasta qué punto esta confusión babeliana hace necesaria, más que nunca, la rectificación del rumbo.

Eduardo R. Callaey
Presidente
Cruz del Sur Nº 7

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