lunes, 8 de junio de 2009

Los laberintos de Rabano Mauro


El pasado miércoles 3 de junio, S.S. Benedicto XVI expuso una presentación acerca del monje Rabano Mauro, uno de los pilares sobre los que escribí, oportunamente, mi tésis sobre los orígenes monásticos de la francmasonería. A continuación dicha exposición, luego de la cual reproduzco el capítulo dedicado a Rabano Mauro en mi libro "Ordo Laicorum ab Monacorum Ordine".


En este mismo blog, el lector podrá encontrar la traducción de algunos trabajos del monje Mauro, sobre el Arte de la Construcción.




Benedicto XVI presenta al "maestro de Alemania", Rabano Mauro
Intervención de Benedicto XVI durante la audiencia general del miércoles dedicada a presentar la figura del monje Rabano Mauro.

Ciudad del Vaticano, miércoles 3 de junio de 2009.

Queridos hermanos y hermanas:
Hoy quisiera hablar de un personaje del occidente latino verdaderamente extraordinario: el monje Rabano Mauro. Junto a hombres como Isidoro de Sevilla, Beda el Venerable, Ambrosio Auperto, de los que ya he hablado en catequesis precedentes, supo durante los siglos de la Alta Edad Media mantener el contacto con la gran cultura de los antiguos sabios y de los padres cristianos. Recordado con frecuencia como "praeceptor Germaniae" [maestro de Alemania, ndt.], Rabano Mauro tuvo una fecundidad extraordinaria. Con su capacidad de trabajo totalmente excepcional fue quizás el que más contribuyó a mantener viva la cultura teológica, exegética y espiritual a la que recurrirían los siglos sucesivos. A él hacen referencia grandes personajes pertenecientes al mundo de los monjes, como Pedro Damián, Pedro el Venerable y Bernardo de Claraval, así como un número cada vez más consistente de "clérigos" del clero secular, que en los siglos XII y XIII dieron vida a uno de los florecimientos más hermosos y fecundos del pensamiento humano.
Nacido en Maguncia, alrededor del año 780, Rabano entró cuando todavía era muy joven en el monasterio: se le añadió el nombre de Mauro en referencia precisamente al joven Mauro, que según el segundo libro de los Diálogos de San Gregorio Magno, había sido entregado, cuando todavía era un niño por sus mismos padres, nobles romanos, al abad Benito de Nursia. Esta introducción precoz de Rabano como "puer oblatus" en el mundo monástico benedictino, y los frutos que sacó para su crecimiento humano, cultural y espiritual abrieron posibilidades interesantísimas no sólo para la vida de los monjes, sino también para toda la sociedad de su tiempo, normalmente llamada "carolingia". Hablando de ellos, o quizá de sí mismo, Rabano Mauro escribe: "Hay algunos que han tenido la suerte de haber sido introducidos en el conocimiento de las Escrituras desde la tierna infancia ('a cunabulis suis') y se han alimentado tan bien de la comida que les ha ofrecido la santa Iglesia que pueden ser promovidos, con la educación adecuada, a las más elevadas órdenes sagradas" (PL 107, col 419BC).
La extraordinaria cultura por la que se distinguía Rabano Mauro llamó muy pronto la atención de los grandes de su tiempo. Se convirtió en consejero de príncipes. Se comprometió para garantizar la unidad del Imperio y, a un nivel cultural más amplio, nunca negó a quien le preguntaba una respuesta ponderada, que se inspiraba preferentemente en la Biblia y en los textos de los santos padres. A pesar de que fue elegido primero abad del famoso monasterio de Fulda y después arzobispo de la ciudad natal, Maguncia, no dejó sus estudios, demostrando con el ejemplo de su vida que se puede estar al mismo tiempo a disposición de los demás, sin privarse por este motivo de un adecuado tiempo de reflexión, estudio y meditación. De este modo, Rabano Mauro se convirtió en exegeta, filósofo, poeta, pastor y hombre de Dios. Las diócesis de Fulda, Maguncia, Limburgo, y Breslavia le veneran como santo o beato. Sus obras llenan seis volúmenes de la "Patrología Latina" de Migne. Probablemente compuso uno de los himnos más bellos y conocidos de la Iglesia latina, el "Veni Creator Spiritus", síntesis extraordinaria de pneumatología cristiana. El primer compromiso teológico de Rabano se expreso, de hecho, en forma de poesía y tuvo como tema el misterio de la santa Cruz en una obra titulada "De laudibus Sanctae Crucis", concebida para proponer no sólo contenidos conceptuales, sino también alicientes exquisitamente artísticos, utilizando tanto la forma poética como la forma pictórica dentro del mismo código manuscrito. Proponiendo iconográficamente entre las líneas de su escrito la imagen de Cristo crucificado, escribe: "Esta es la imagen del Salvador que, con la posición de sus miembros, hace que sea sagrada para nosotros la dulcísima y queridísima forma de la Curz para que, creyendo en su nombre y obedeciendo a sus mandamientos, podamos obtener la vida eterna gracias a su pasión. Por eso, cada vez que elevamos la mirada a la Cruz, recordamos a Aquél que sufrió por nosotros para arrancarnos del poder de las tinieblas, aceptando la muerte para hacernos herederos de la vida eterna" (Lib. 1, Fig. 1, PL 107 col 151 C).
Este método de armonizar todas las artes, la inteligencia, el corazón y los sentidos, que procedía de Oriente, sería sumamente desarrollado en Occidente, alcanzando cumbres inalcanzables en los códices miniados de la Biblia y en otras obras de fe y de arte, que florecieron en Europa hasta la invención de la prensa e incluso después. En todo caso, demuestra que Rabano Mauro tenía una conciencia extraordinaria de la necesidad de involucrar, en la experiencia de fe, no sólo la mente y el corazón, sino también los sentidos a través de esos otros aspectos del gusto estético y de la sensibilidad humana que llevan al hombre a disfrutar de la verdad con todo su ser, "espíritu, alma y cuerpo". Esto es importante: la fe no es sólo pensamiento, toca a todo el ser. Dado que Dios se hizo hombre en carne y hueso y entró en el mundo sensible, nosotros tenemos que tratar de encontrar a Dios con todas las dimensiones de nuestro ser. De este modo, la realidad de Dios, a través de la fe, penetra en nuestro ser y lo transforma. Por este motivo, Rabano Mauro concentró su atención sobre todo en la Liturgia, como síntesis de todas las dimensiones de nuestra percepción de la realidad. Esta intuición de Rabano Mauro le hace extraordinariamente actual. Dejó también los famosos "Carmina", propuestos para ser utilizados sobre todo en las celebraciones litúrgicas. De hecho, el interés de Rabano por la liturgia se daba totalmente por sobreentendido dado que ante todo era un monje. Él sin embargo, no se dedicaba al arte de la poesía como fin en sí mismos, sino que utilizaba el arte y cualquier otro tipo de conocimiento para profundizar en la Palabra de Dios. Por ello, trató con el máximo empeño y rigor de introducir a sus contemporáneos, pero sobre todo a los ministros (obispos, presbíteros y diáconos), en la comprensión del significado profundamente teológico y espiritual de todos los elementos de la celebración litúrgica.
De este modo, trató de comprender y presentar a los demás los significados teológicos escondidos en los ritos, recurriendo a la Biblia y a la tradición de los padres. No dudaba en citar, por honestidad y para dar mayor peso a sus explicaciones, las fuentes patrísticas a las que debía su saber. Se servía de ellas con libertad y discernimiento atento, continuando el desarrollo del pensamiento patrístico. Al final de la "Primera Epístola" dirigida a un corepíscopo de la diócesis de Maguncia, por ejemplo, tras haber respondido a peticiones de aclaración sobre el comportamiento que hay que tener en el ejercicio de la responsabilidad pastoral, escribe: "Te hemos escrito todo esto tal y como lo hemos deducido de las Sagradas Escrituras y de los cánones de los padres. Ahora bien, tú, santísimo hombre, toma tus decisiones como mejor te parezca, caso por caso, tratando de moderar tu evaluación de tal manera que se garantice en todo la discreción, pues ella es la madre de todas las virtudes" ("Epistulae", I, PL 112, col 1510 C). De este modo se ve la continuidad de la fe cristiana, que tiene sus inicios en la Palabra de Dios: ésta, sin embargo, siempre está viva, se desarrolla y se expresa de nuevas maneras, siempre en coherencia con toda la construcción, con todo el edificio de la fe.
Dado que la Palabra de Dios es parte integrante de la celebración litúrgica, Rabano Mauro se dedicó a esta última con el máximo empeño durante toda su existencia. Redactó explicaciones exegéticas apropiadas casi para todos los libros bíblicos del Antiguo y del Nuevo Testamento con un objetivo claramente pastoral, que justificaba con palabras como éstas: "He escrito esto... sintetizando explicaciones y propuestas de otros muchos para ofrecer un servicio al pobre lector que no puede tener a disposición muchos libros, pero también para ayudar a quienes en muchos argumentos no logran profundizar en la comprensión de los significados descubiertos por los padres" ("Commentariorum in Matthaeum praefatio", PL 107, col. 727D). De hecho, al comentar los textos bíblicos recurría enormemente a los padres antiguos, con predilección especial por Jerónimo, Ambrosio, Agustín y Gregorio Magno.
Su aguda sensibilidad pastoral le llevó después a afrontar uno de los problemas que más interesaban a los fieles y a los ministros sagrados de su tiempo: el de la Penitencia. Compiló "Penitenciarios" --así los llamaba-- en los que, según la sensibilidad de la época se enumeraban los pecados y las penas correspondientes, utilizando en la medida de lo posible motivaciones tomadas de la Biblia, de las decisiones de los concilios, y de los decretos de los papas. De estos textos se sirvieron también los "carolingios" en su intento de reforma de la Iglesia y de la sociedad. A este mismo objetivo pastoral respondían obras como "De disciplina ecclesiastica" y "De institutione clericorum" en los que, citando sobre todo a Agustín, Rabano explicaba a personas sencillas y al clero de su misma diócesis los elementos fundamentales de la fe cristiana: eran una especie de pequeños catecismos.
Quisiera concluir la presentación de este gran "hombre de la Iglesia" citando algunas palabras suyas en las que se refleja su convicción de fondo: "Quien descuida la contemplación, se priva de la visión de la luz de Dios; quien se deja llevar por las preocupaciones y permite que sus pensamientos queden arrollados por el tumulto de las cosas del mundo se condena a la absoluta imposibilidad de penetrar en los secretos del Dios invisible" (Lib. I, PL 112, col. 1263A). Creo que Rabano Mauro nos dirige hoy estas palabras: en el trabajo, con sus ritmos frenéticos, y en las vacaciones, tenemos que reservar momentos para Dios. Abrirle nuestra vida dirigiéndole un pensamiento, una reflexión, una breve oración, y sobre todo no tenemos que olvidar el domingo como el día del Señor, el día de la liturgia, para percibir en la belleza de nuestras iglesias, de la música sacra y de la Palabra de Dios, la belleza misma de Dios, dejándole entrar en nuestro ser. Sólo así nuestra vida se hace grande, se hace vida de verdad.




Los Laberintos de Rabano Mauro
Capítulo de "Los Orígenes Cristianos de la Francmasonería" (Editorial Kier)

Por Eduardo Callaey


1. "Primus Praeceptor Germaniae"

Rabano Mauro fue el más célebre teólogo y escritor pedagógico del siglo IX. Alumno de Alcuino, Abad de Fulda y posteriormente Arzobispo de Maguncia, es considerado uno de los más destacados maestros de la generación posterior a Carlomagno y uno de los más conocidos hebraístas.105 Nació en Maguncia, de familia noble, aproximadamente en el año 776, y a edad muy temprana pronunció sus votos en el monasterio benedictino de Fulda, abadía a la que seguiría vinculado durante toda su vida, y a la que haría célebre gracias a su genio y su esfuerzo.
Rabano fue ordenado diácono en el año 801, cincuenta años después que Bonifacio fundara la abadía "en medio de un inmenso desierto". Al año siguiente se trasladó al monasterio de Tours en donde, bajo la directa guía de Alcuino -a la sazón abad del establecimiento- estudió teología y artes liberales. Fue el propio Alcuino quien le agregó el sobrenombre de Mauro en memoria del famoso discípulo de San Benito.
Después de un breve período de estudio -se cree que pasó un año al lado de Alcuino- fue convocado por su abadía, en la que era necesario como maestro. Su calidad pedagógica y su celo por el estudio y la enseñanza pronto lo convirtieron en director de la escuela monástica. Por entonces, su fama se extendió por toda la cristiandad, convirtiendo a Fulda en el más prestigioso centro de aprendizaje del Imperio Franco. En 814, luego de ser ordenado sacerdote, inició un viaje de peregrinación a Palestina, al cual alude en su comentario sobre el "Libro de Josué". Se dice que este viaje se produjo a raíz de los inconvenientes suscitados con su abad, Ratgar, que estaba obsesionado con la construcción de un nuevo complejo abacial, lo que impedía temporalmente el desarrollo de la escuela.106
Kaiser señala que la abadía de Fulda se encontraba bajo las órdenes directas de la Santa Sede, por lo que no debe extrañar que la iglesia abacial intentara copiar, en lo posible, a la iglesia de San Pedro de Roma.
A su regreso de Palestina y bajo el gobierno de Eigil -que asumió el control de la abadía a partir de 817- Rabano volvió a dedicarse íntegramente a su vocación docente.
En 822 fue elegido abad.107 Llegaron entonces tiempos muy propicios para Fulda, convertida en la escuela monástica más importante del mundo cristiano al norte de los Alpes. Rabano supo encontrar tiempo para transmitir sus enseñanzas acerca de las Escrituras, con un estilo pedagógico tan particular que solía despertar el entusiasmo en el pueblo y el clero. Reconocido como la máxima autoridad en las Escrituras, y más tarde en literatura eclesiástica y derecho canónico, en los siglos siguientes se lo recordó con el título de "Primus Praeceptor Germaniae".

2. Exégesis y Tradición

Luego de la muerte de Carlomagno, el scriptorium de Fulda se había convertido en heredero de la Escuela Palatina, con una posición muy importante en la misión de trasmitir sus tendencias culturales, lo cual fue en gran parte posible por la intervención de Rabano. Sin embargo, más allá de lo mucho que se podría destacar sobre su figura, el punto que nos interesa en particular es su trabajo como exegeta y comentarista de la Biblia y de algunos libros del Antiguo Testamento.108
En un momento en el que aún estamos lejos de "la razón" y en donde nadie habla de razonamiento, la exégesis es -como diría George Duby- "el instrumento al que todos acuden y en el que se sintetizan todas las investigaciones espirituales..."
"Del Dios oculto provienen los signos tan misteriosos como quien los engendra. Lo importante es poder descifrar estos mensajes; todos los métodos de enseñanza tienen esta finalidad a partir del renacimiento de los estudios en los monasterios carolingios. ..Rabano Mauro fue uno de sus iniciadores... "Tuve la idea -dice Rabano- de componer un opúsculo que tratase, no solamente de la naturaleza de las cosas, y de la propiedad de las palabras, sino también de su significación mística". ...Las palabras, la naturaleza: estos son los dos campos accesibles al espíritu humano, en los que Dios consiente manifestarse..."109
Nosotros agregamos que esta definición de Rabano bien podría aplicarse a la ciencia de los cabalistas hebreos.
Hacia el año 834 escribe una gran cantidad de obras. Entre ellas una exégesis de los "Libros de los Reyes" y los "Libros de las Crónicas", que son justamente los textos con mayor información acerca de la construcción del Templo de Salomón. Si bien gran parte del texto es la trascripción textual del citado libro de Beda -"De Templo Salomonis Liber"- encontramos una serie de datos valiosos en cuanto a los aspectos bíblicos del relato masónico.
Merced a la formación e influencia de Alcuino, Rabano conoce profundamente la obra de Beda y adquiere fuertes conocimientos del hebreo. Pero también dispone de un acceso directo a fuentes bíblicas, a través de cierto maestro hebreo que lo asiste en temas vinculados a la tradición judía. Acerca de este judío dice Newman:
"...es una de las más interesantes y misteriosas figuras en la historia del hebraísmo cristiano medieval. Berger y otros lo consideran un judío convertido al cristianismo, conocedor del Talmud desde su juventud. Aparentemente, fue el autor del famoso trabajo "De Quaestionibus Hebraicis in libros Regum et Paralipomenon", elaborado según la forma y el estilo de "Quaestiones Hebraicae e Interpretatio hebraicorum nominum", de Jerónimo, pero lleno de tradiciones e interpretaciones rabínicas. A este exegeta judío bautizado, también se le atribuye la obra "De Scholiis hebraicis in Sacram Scripturam", que contiene glosas sobre la mayor parte de los Libros del Antiguo Testamento, incluyendo entre otros el Pentateuco, Josué, Ruth, Samuel y Reyes, Job, y Salmos".110
La influencia de este judío en los escritos de Rabano es notable, al punto que, en la dedicatoria que le hace a Alcuino en el prefacio de los "Comentarios a los cuatro Libros de los Reyes...", le advierte a su maestro señalando:
"... Además, intercalé en no pocos lugares la exposición trasmitida por los hebreos, que extraje de los textos de cierto hebreo de estos tiempos modernos, experto en la Ley, y asimismo anoté su nombre. No lo hice con la intención de imponer a nadie la autoridad de aquél, sino, por el contrario, dejo su examen al juicio del lector..."111
Los citados "Comentarios a los cuatro Libros de los Reyes..." reproducen lo dicho por Beda, que ya hemos expuesto. Cuando digo "reproducen" me refiero a que se trata de la cita casi textual de lo escrito por aquél. Pero en el Capítulo II de los "Comentarios a los dos Libros Paralipomenos" encontramos los siguientes fragmentos, correspondientes al momento en que Hiram de Tiro envía a Salomón al broncista Hiram Abi:
"...Dijo Hiram, rey de Tiro, por medio de una de las cartas que había enviado a Salomón: "Puesto que el Señor ha querido a tu pueblo, hizo por esto que tu reinaras sobre él", y agregó luego "Alabado sea el Señor Dios de Israel, que creó el cielo y la tierra, que dio al rey David un hijo sabio y culto, juicioso y prudente para que construyera la casa del Señor y el palacio para él. Te he enviado por esto, un hombre prudente y el más preparado de los obreros, mi padre Hiram (Abi), hijo de una mujer que proviene de los hijos de Dan, cuyo padre fue tirio, y que sabe trabajar el oro y la plata y el bronce y el hierro y el mármol y la madera, en púrpura, y también el jacinto, y el lino y en escarlata, y que sabe cincelar todo tipo de esculturas, y descubrir sagazmente todo lo que se necesita en estos trabajos, con tus artesanos y los de mi Señor David, tu padre"
"...Por lo tanto, lo que dijo Hiram a Salomón por medio de sus cartas: "Te he enviado un hombre prudente y el más preparado de los obreros, mi padre Hiram, hijo de una mujer que proviene de los hijos de Dan, cuyo padre fue tirio..." revela que él era del linaje Salomith, de la tribu de Dan, lo cual se encuentra escrito en el Libro de los Números (Num. XXXIV). Por otra parte, dicen que el padre de aquel hebreo fue un hebreo del linaje de Ooliab de la tribu de Dan, que fue a trabajar al desierto junto con Beseleel (Exod. XXXVI)..."112
A poco de leer esta cuestión en el Antiguo Testamento surgen datos muy sugestivos; nuevamente aquí, al igual que en el texto de Beda, se establece una relación entre la construcción del Tabernáculo y la del Templo de Salomón. Veamos:
Beseleel, o mejor dicho Bezaleel, es un artesano, experto en el trabajo del oro y la plata, broncista fundidor, tallista de piedras de engaste y ebanista. Hijo de Uri y nieto de Hur, de la tribu de Judá. Y es convocado por Moisés para llevar a cabo la obra del Tabernáculo. En tanto que Ooliab, o Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan es su ayudante, artesano especialista en "toda obra de arte e invención", experto en el secreto del azul, la púrpura y el carmesí.
En Éxodo XXX, se describe detalladamente la forma en que Jehová designa a ambos para la construcción del Tabernáculo, el Arca de la Alianza, el Propiciatorio, los utensilios, el Altar del Holocausto y la Fuente de Bronce (recordemos el "Mar de Bronce" que funde Hiram Abi en el Valle del Jordán). Los capítulos XXXVIII y XXXIX describen minuciosamente cómo fue llevada a cabo la obra por Bezaleel y su ayudante Aholiab. La similitud entre el trabajo de Bezaleel y el de Hiram Abi es asombrosa. Ambos son artistas, broncistas fundidores. Ambos construyen un santuario. El texto también expone en detalle la cantidad de material utilizado, y menciona a Ithamar, hijo de Aarón como director de obra a cargo de las cuentas. Ithamar es a la obra del Tabernáculo, lo que Adoniram es a la del Templo de Jerusalén. Pero allí no terminan las relaciones.
Los Grados XXIII y XXIV del R.E.A. y A., denominados "Jefe del Tabernáculo" y "Príncipe del Tabernáculo" respectivamente, guardan una estrecha relación con esta tradición. El Grado XXIII, preparatorio del subsiguiente, predispone al candidato para ingresar en el Santuario donde trabaja "la Jerarquía". El XXIV introduce al masón en los "misterios mayores", en el corazón del Templo y le impone graves responsabilidades. En este grado, el presidente, es denominado "Muy Poderoso Maestro" y representa a Moisés. Los tres vigilantes representan a Aarón, Bezaleel y Aholiab. Este último -según Rabano Mauro- es el ancestro de Hiram Abi, que fue a trabajar al desierto junto con Bezaleel.
Cabe hacer algunas observaciones adicionales sobre este misterioso grado del "Príncipe del Tabernáculo". Gallatin Mackey comenta que parece "ser peculiar al Rito Escocés y sus modificaciones, puesto que no se lo ha encontrado en ningún otro Rito".113 En tanto que André Cassard refiere que éste es uno de los grados establecidos en el Rito Escocés por Federico el Grande, rey de Prusia.
Sea cual fuere su origen, lo cierto es que se trata de un grado sumamente esotérico, cuyo objeto filosófico se encuentra seriamente modificado en los países latinos, en especial por la influencia del krausismo español que introdujo alteraciones atinentes a cuestiones políticas y sociales.114 Sahir Erman refiere cierto parlamento que el aspirante escucha durante la ceremonia de iniciación. Allí, el oficial que representa a Moisés dice:
"¡Escucha y estudia! Interpreta con tu propio y libre juicio nuestros símbolos, porque en cada piedra bruta, una piedra cúbica perfecta se oculta. Debes ser muy cuidadoso, no confundir la verdad con la sombra o la forma. Mucha gente da la espalda a la fuente de la luz, y se asombra cuando ve una mancha oscura en la pared, frente a sí. Dios es el acto. Dios es el libro. Tú eres parte de sus actos. Ahora el libro se abre frente a ti, y tú posees la fe y sapiencia necesarias para interpretarlo correctamente. Solo entonces tú estás listo para ser recibido en los Misterios Mayores..."115
Bezaleel -cuyo nombre en hebreo significa "en la sombra de Dios"116- es mencionado nuevamente en el Segundo Libro de las Crónicas: Salomón, ya afirmado como rey, reúne a los jefes, jueces y príncipes del reino en torno a la tienda en la que se guardaba el Arca. Allí, el rey ofrece holocaustos sobre "...el altar de bronce que había hecho Bezaleel, hijo de Uri..."117
Este vínculo, entre el Tabernáculo y el Templo de Jerusalén, es señalado de manera precisa por Beda, en el capítulo primero de De Templo Salomonis Liber, titulado "Que la construcción del Tabernáculo y el Templo simboliza la Iglesia misma de Cristo". Simboliza la propia casa espiritual del Señor, incluso un tabernáculo levantado en el desierto por Moisés.
"En verdad, aquella casa [el Tabernáculo] fue construida en el camino por el que se venía a la tierra prometida; esta lo fue en la misma tierra y en la misma ciudad de Jerusalén; para aquél que, trasladándose de un lugar a otro mediante el constante servicio de los levitas, finalmente fuera conducido a la tierra de la herencia prometida; para que, edificada casi en la patria misma y en la ciudad real, ésta se mantuviera con cimiento por siempre inviolable, hasta que alcanzara el favor de las imágenes celestiales asignado a ella."118
Luego, Rabano continúa con un fragmento cuyo significado ofrece algunas dificultades. Refuta que Hiram Abi sea tirio y afirma que es hebreo, argumentando que se trata de un error de traducción:
"...Dicen los hebreos que el hecho de que lo llamen tirio se explica porque éste había sido el resultado de una traducción. Pues, en su lengua, por "Zochri" se entiende creación.119 Así también, por "tirio", que ellos llaman "Ozor", suele entenderse en algunos lugares "angustia" y en otros "creación". Por esta razón lo llama "Hiram su padre", puesto que, habiendo llegado a él desde la tierra de Israel en peregrinación, le enseñó el temor que debe sentirse ante el Señor y lo indujo al conocimiento de Dios..."120
Sin dudas, Rabano posee una fuente hebrea que le permite acceder a esta información, seguramente ese "judío de estos tiempos modernos" que menciona en la epístola a Alcuino.
El texto continúa con algunos comentarios alegóricos acerca de Hiram en donde el texto del Antiguo Testamento prefigura a Cristo y la Iglesia:
"...Hiram también alude alegóricamente a los doctores de los pueblos gentiles que la gentilidad envió a la Iglesia. Estos sabían trabajar el oro y la plata y el bronce y el hierro y la madera y el mármol, también en púrpura, y el jacinto y el lino y en escarlata. El oro significa el brillo de la sabiduría, la plata el esplendor de la elocuencia, el bronce la sonoridad de la prédica, el hierro la firmeza de la fe, el mármol la gracia de las virtudes, la madera el vigor de las buenas obras, la púrpura el derrame de la sangre del martirio, el jacinto la vida celestial, el lino la pureza del cuerpo, la escarlata la perfección de la caridad..."
"...En todos estos temas espirituales, Hiram sabía cómo llegar a ser esforzado y competente, a fin de que toda virtud reluciera con un esplendor digno de la casa de Dios a los ojos de los hombres y para su instrucción, y con un hálito de buena voluntad resultara aceptable ante la mirada de la divinidad. Por ello dice Hiram a Salomón: "Nosotros cortaremos la madera del Líbano, porque te resulta indispensable, y la pondremos en nuestras naves en dirección a Jope a través del mar; tuya será la labor de trasportarlas a Jerusalén" Estas palabras significan que los pueblos gentiles, luego de oír hablar de los Evangelios, con fe envían a diversos representantes de los hombres a recibir el bautismo. Con todo, es propio del único y verdadero Dador de paz, de nuestro Redentor, incluir a aquellos hombres en la unión espiritual de la Santa Iglesia, al purificar sus pecados por medio de los sacramentos celestiales..."
"...De ahí que diga Juan en el Evangelio: "Quien me envió a bautizar en el agua me dijo: 'sobre quien llegue a ver que el espíritu desciende y sobre él permanece, él es quien bautiza en el Espíritu Santo' y yo vi y fui testigo de que éste es el Hijo de Dios..."121
Finalmente, el texto concluye con la trascripción del Capítulo III de "De Templo Salomonis Liber".
Como se observa, ambos autores -Beda y Rabano Mauro- conforman un sólido cuerpo exegético en torno de la tradición bíblica de la construcción del Templo de Salomón, en la que la figura de Hiram Abi es ampliamente abordada y adquiere caracteres alegóricos. Resulta hasta natural aceptar que estas obras influyeron profundamente en las tradiciones de los monjes constructores que actuaban bajo la dirección del movimiento benedictino.
Se sabe que Rabano utilizó en sus trabajos otras fuentes judías, tales como Filón y Flavio Josefo. Cabe también mencionar que fue un creador insuperable de laberintos y caligramas, lo cual merecería un capítulo especial, pero que nos apartaría del sentido de este libro. Sin embargo no podemos dejar de mencionarlo, aunque más no sea tangencialmente, pues este tipo de construcciones literarias recuerda y remite al método de los cabalistas judíos, cuya influencia en la masonería es notable. Se destaca particularmente su tratado "De laudibus Sanctae Crucis", en el cual se encuentran gran cantidad de ilustraciones, números e imágenes de carácter alegórico.
Según afirma el profesor Rafael de Cózar122, Rabano Mauro realizó, "…siguiendo la tradición de Porfirio y Venancio Fortunato, un extenso número de pentacrósticos. En el conjunto de su obra destacan los veintiocho tetrágonos pentacrósticos que bajo una unidad temática componen el tratado de las alabanzas de la cruz: De laudibus Sanctae Crucis, texto fechado en el año 815, dedicado al rey Luis, el Piadoso...".123
Rafael de Cózar es uno de los más importantes eruditos de habla hispana en artificios literarios. Su obra "Poesía e Imagen", "Formas difíciles de ingenio literario", contiene una detallada información sobre los laberintos y artificios literarios de Rabano Mauro. Con relación al mencionado tratado De laudibus Sanctae Crucis dice:
"...En el conjunto de los pentacrósticos o laberintos del tratado de Rabano Mauro hemos observado cuatro tipos de estructuras formales diferenciadas, aunque es la cruz el elemento básico que componen las figuras del libro: agrupamos así en un primer conjunto los textos con representación figurativa: el segundo viene definido por el fundamento letrista en la elaboración de las cruces y símbolos; el tercero y más numeroso se caracteriza por las figuras geométricas como elementos constructivos, mientras el último, con muy escasos ejemplos, agrupa a los laberintos menos complejos, basados en una cruz simple formada con los ejes vertical y horizontal del cuadro de letras..."
Para Cózar, la importancia de estos artificios literarios convierten a Rabano en referente para todos los estudiosos en los que aparece alguna referencia a estas formas, y afirma que "…es, por ello, el autor mejor conocido como ejemplo significativo de la vigencia en esa época del género laberíntico, sin duda el momento en que llega a su culminación en complejidad y proyección en la historia..."124
Rabano Mauro es, en síntesis, uno de los artífices de las tradiciones que hicieron de la piedra un libro en donde las gentes pudieran comprender las raíces de su fe. ¿Cómo llegó esta tradición a formar parte de los rituales y tradiciones de la Masonería? Todo parece apuntar a las organizaciones de monjes constructores que basaron su tradición en los modelos bíblicos desarrollados en la literatura de los maestros benedictinos herederos de Beda.
Tanto Beda como Rabano aportan el texto que luego servirá de base al último gran hebraísta de nuestro itinerario, Walafrid Strabón, autor de la famosa "Glossa Ordinaria", una obra que sería por quinientos años la exégesis bíblica más difundida en Europa. Cuando abordemos a este monje en particular veremos que su obra contiene todos los elementos expuestos por estos autores, como si se tratase de una guía que simplifica y ayuda a la búsqueda de todo el conocimiento acumulado sobre la tradición bíblica hasta ese momento. Tal vez sea por esa razón que algunos autores se atreven a afirmar que Walafrid Strabón estaba en conocimiento de la leyenda de Hiram Abi.
Esta afirmación se ve fortalecida cuando se analiza el escenario que rodea al hecho literario. La particular asociación de Rabano y Walafrid, que alcanza dramáticos ribetes en el enfrentamiento entre los hijos de Ludovico Pío, y que genera acciones estratégicas, como la fundación y control de una nueva y poderosa abadía en Hirsau, más cercana a los territorios de Lotario -y alejada de Luis, el Germánico-, inducen a pensar en una sólida confluencia de tradiciones, intereses y vínculos políticos.
A la misma velocidad con que se producía la disolución del viejo Imperio de Carlomagno -signada por acontecimientos militares que conmocionaban a la cristiandad- también avanzaba la construcción de iglesias y abadías a ritmo febril. Y del mismo modo como se preparaba el nacimiento de los Estados, también se gestaban las tradiciones que regirían a las instituciones de la sociedad feudal.

3. Walafrid, el "Bizco"

Llegamos así a Walafrid Strabón, "el Bizco" -nacido en Suabia hacia el año 808- el último eslabón de esta larga cadena de exegetas.
Considerado por sus obras como uno de los más influyentes teólogos alemanes del medioevo, es el hombre que mayor esfuerzo realizó en recopilar, mantener y difundir las obras de Beda y de Rabano Mauro a través de su "Glosa Ordinaria", quizá la más importante compilación exegética conocida. El éxito de esta obra, "la más difundida e importante fuente de información con respecto a las ciencias bíblicas"125 se debió a que reunía en un sólo texto una enorme colección de textos que permitían, al monje no erudito o al estudiante de las Sagradas Escrituras, una muy rápida selección de bibliografía ampliatoria del propio texto bíblico.
La copia más antigua de este libro es casi por entero un trabajo del propio autor, lo cual permite establecer claramente el método que utilizaba: una columna central con la prosa bíblica en latín y, en el margen, las acotaciones o "glosas" con las referencias respectivas a los textos exegéticos escritos con relación a aquella prosa. Una rápida mirada sobre las glosas escogidas por Strabón para los libros de "Reyes" y "Crónicas" basta para darse cuenta de que las mismas corresponden, casi exclusivamente, a Beda y Rabano Mauro, con muy pocos agregados propios.
Si se tiene en cuenta que esta "Glosa" fue la guía de estudiosos y eruditos durante siglos se comprenderá su importancia en cuanto a la preservación de los textos sobre los cuales se construiría posteriormente la tradición masónica.
Strabón, de familia muy pobre, había ingresado siendo aun pequeño en el monasterio de Reichenau, cuya biblioteca era una de las más famosas del Imperio. Su biblioteca contenía 415 volúmenes, 138 de los cuales estaban relacionados con la liturgia. Se trataba de una colección permanente, cuidadosamente catalogada, que permitía la circulación de los libros. De allí su enorme importancia.
En este complejo monástico, a orillas del Lago Constanza, se formó bajo la tutela de los maestros Tatto y Wittin, quienes le trasmitirían la tradición benedictina y el amor a la lengua de los patriarcas. Con respecto a su conocimiento del hebreo, Newman destaca que sus "Glosas" no sólo alcanzaban los libros bíblicos sino también los llamados "Apócrifos", en donde las explicaciones sobre palabras y pasajes en hebreo demuestran que Strabón tenía un profundo conocimiento de esta lengua. Se cree que este particular interés por el idioma hebreo y la fama de Rabano Mauro lo llevaron -con apenas dieciocho años- a Fulda, donde permaneció bajo la tutela del gran maestro entre los años 826 y 829.
Durante su desempeño como capellán de la joven emperatriz Judith -esposa del emperador Ludovico Pío- fue testigo de las sombrías disputas del palacio. El emperador, presionado por su esposa -madre de Carlos, el Calvo- había dejado sin efecto la regencia de Lotario -su hijo mayor, otrora su preferido- alentando a sus otros hijos, Luis, el Germánico y Pipino, contra el primogénito.
Convertido en abad de Reichenau, Strabón vive estos acontecimientos con una creciente angustia, compartida con su maestro Rabano, a la sazón abad de Fulda. En 838 emprenden juntos una empresa de vital importancia para la supervivencia de la tradición que ambos encarnan. La guerra en ciernes y su simpatía por Lotario los coloca en una situación riesgosa, dado que sus respectivos monasterios estaban ubicados dentro de los territorios de Luis, el Germánico. Deciden -entonces- impulsar una nueva y poderosa abadía en Hirsau, que había sido fundada en 830 en el valle del Nagold (actual territorio de Baden-Wurtemberg), pero que permanecía inactiva. Para ello, eligen a quince de sus mejores discípulos y los envían al nuevo monasterio. Retornaremos más adelante con la particular historia de esta abadía. Mientras tanto, los acontecimientos se precipitan.
El año 840 es difícil para ambos. Muere Ludovico y la guerra se desata entre Lotario y sus hermanos Luis, el Germánico y Carlos, el Calvo; los territorios de los contendientes no se definen. Fulda y Reichenau se encuentran bajo el control territorial de Luis. Sin embargo, los dos abades responden a Lotario, al igual que Otgar, el arzobispo de Maguncia. Todo el Imperio es un caos. Lotario resiste, pero es derrotado por los ejércitos de sus hermanos en la batalla de Fontenoy.
Pese a la derrota, la situación permanece estancada, hasta que Luis y Carlos deciden ponerle fin. En un último intento, Otgar trata de impedir que las tropas de Luis crucen el Rin, pero es vencido por una rápida acción de Carlos, que pugna por reunirse con su hermano. Rabano huye a Spyra para evitar el juramento de lealtad al príncipe rebelde. Strabón es conminado al exilio y busca refugio en las tierras de Lotario.
El 14 de febrero de 842, reunidos en Estrasburgo, Luis y Carlos sellan una alianza definitiva. La disputa se resuelve recién en 843, año en que, fruto del agotamiento y de la creciente conciencia de una división definitiva, los tres hermanos firman el Tratado de Verdún y se dividen el viejo Imperio. Carlos, el Calvo, al oeste se queda con Francia; Luis al este con Alemania. La franja central, con fronteras que contienen los actuales territorios de Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Suiza e Italia es para Lotario, que también retiene el título de emperador. Pero ahora es sólo eso: Un Título.
Fulda y Reichenau quedan bajo la soberanía de Luis, el Germánico. Strabón obtiene el perdón del príncipe y es restituido al frente de su abadía en ese mismo año, pero Rabano es obligado a renunciar a su dignidad de abad y se retira a Petersburgo. En el año 845 se reconcilia con Luis y en 847 sucede a Otgar como arzobispo de Maguncia. Apenas dos años después, en 849, Strabón es enviado a Francia en una embajada a Carlos, el Calvo, de quien había sido preceptor en la corte de Ludovico Pío; pero enferma y muere en el viaje.
Rabano -cuyo corazón nunca olvidó los claustros de Fulda- muere en Vinicellum (Winkel), cerca de Maguncia, el 4 de febrero de 856. Para entonces su misión estaba cumplida.

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